Los trapos sucios by Elvira Lindo

Los trapos sucios by Elvira Lindo

autor:Elvira Lindo [Lindo, Elvira]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1997-01-01T05:00:00+00:00


Después de insultarnos en nuestras narices nos dijeron:

—Ahora, a cantar.

Mirando para el suelo, arrepentidos de pertenecer a este mundo, entonamos nuestra canción:

—A esta puerta hemos llegado setecientos… si quieres que te cantemos danos setecientas sillas…

Visitamos la mercería, los pollos fritos, la carnicería… No nos dieron dinero porque antes que nosotros habían estado pidiendo el aguinaldo los basureros, los del metro, los del gas, pero llegamos a mi casa con un botín muy extraño: unas bombillas fundidas, los tornillos, las patatas, los tres bollicaos de la Porfiria, unas cremalleras de la mercería y trescientas pesetas. No habíamos ganado tanto como queríamos, pero tampoco nos habíamos matado cantando. Hay que ver el lado positivo. ¿Es positivo pensar que los vecinos de mi barrio son superbordes? No, lo que hay que pensar es que cuando un carabanchelero está gastándose el dinero de todo un año para pasar las mejores navidades de su vida, no le gusta que vengan unos pastorcillos a interrumpirle. Es comprensible. Si tú nos oyeras cantar, tampoco nos habrías dado un duro, o a lo mejor nos lo habrías dado para que hubiéramos dejado de cantar, como hace mi abuelo cada vez que se encuentra con un tío tocando la flauta en la calle.

Mi madre nos abrió la puerta de casa con una gran sonrisa. Le empezamos a cantar nuestra canción:

—A esta puerta hemos llegado setecientos en pandilla…

—No os molestéis más, que ya me la sé.

Y se metió para la cocina:

—Os estoy haciendo un chocolate —dijo desde dentro.

Mi madre, algunas veces en la vida (contadas), es estupenda. Salió con el cazo del que salía humo y un olorcillo que nos dejó completamente hipnotizados. Seguimos al cazo (y a mi madre) hasta el salón. Las tazas ya estaban en la mesa esperando que cayera en ellas la poción maravillosa. Y también unos churros. ¡Mmmmmmmm!

Ella nos miró de arriba abajo: no habíamos estropeado los trajes para nada y a mi madre le encanta que los trajes no se estropeen. Todos nos metimos el pico de la servilleta por la camisa.

Mi madre se sentó en el sofá para admirar cómo sus cinco pastorcillos y su Supermán devoraban el chocolate con churros. Sus cinco pastorcillos y su Supermán… ¿Su Supermán?

—¡Manolito, te dije que no perdieras nada!

—Si no he perdido nada, mamá —me miré: el traje estaba perfecto.

—¿Estás seguro? —me gritó mi madre con ojos de terror y salidos de sus órbitas.

Yo me hice un repaso muerto de miedo: mi chaleco de borrego, mi zurrón, mi gorro…

—¿Qué me falta?

—Manolito, has perdido a tu hermano.

Dios mío, el Imbécil no estaba con nosotros.

No te pierdas mi próximo capítulo: muchas personas que lo conocen aseguran que es… ESCALOFRIANTE.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.